La pared de los fusilamientos

CARLOS GARRIDO
 (Diario de Mallorca, 6 agost 2009)

Hace unos días me decidí a visitar uno de los rincones oscuros de Palma. Cada vez que pasaba por los alrededores del cementerio de Son Tril·lo pensaba en el tristemente famoso paredón. El lugar de las ejecuciones sumarias durante los años de la guerra civil, donde perdieron la vida hombres como Emili Darder, Alexandre Jaume, Llorenç Roses o el ´capellà Poquet´. Pero me resistía a visitarlo. 
Finalmente lo hice.

Se encuentra en el rincón que forma ese saliente semicircular del camposanto que se extiende sobre la carretera. Acudí con don Joan, una persona que conoce a la perfección este recinto, y me contó que cuando en 1979 se colgó una placa recordando a los fusilados, fue arrancada varias veces. Don Joan tocó la pared de piedra viva, muy bien tallada y que se parece mucho al gran muro de Cala Major. “El que trob raro és que no es vegi cap impacte de bala”, me apuntó. Sin embargo, hace tiempo que la gente deposita allí flores. Todos consideran que ése fue el lugar maldito. 
Poco después fui revisitando este rincón y su historia. Me enteré de que, en lo que se llama ´la cruz de hoyos´, cerca del mausoleo de Joan March, se encontraban antaño las fosas donde fueron sepultados muchos de los que habían sido ajusticiados. Paseando de un sitio a otro me hice la pregunta que cualquiera se formularía. ¿Por qué tanta distancia entre el punto donde se fusilaba y la fosa? Recorrí otra vez el paredón y no pude encontrar ni una sola señal de impacto. Alguien me contó entonces que las huellas de bala estaban en otro lugar y que habían sido tapadas al revocar y pintar la pared. Siguiendo la más elemental intuición, me acerqué a la parte más cercana a las antiguas fosas. Allí donde una antigua columna recuerda el final del cementerio decimonónico. Y para mi sorpresa, descubrí varios agujeros de bala. En el fuste de la columna. Los rocé con el dedo, recordando con estremecimiento los relatos de aquellas terribles noches.


Ahora que la memoria histórica está tan de actualidad, no estaría de más que Cort rescatara este trágico e ignorado testimonio. Que no se pierda, ni se pinte ni se revoque. Que se conserve para siempre en recuerdo de aquellas muertes injustas y de un período histórico que nunca debería repetirse.

 

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