CARLES MULET (Diario de Mallorca, 19 de maig 2010)
Foto: G.Bosch
Gerard Quintana (1964), que el pasado sábado cantó en Palma junto a una veintena de artistas en solidaridad con Haití, no esconde que reinventarse en lo musical fue “liberador”. Hace medio año, tras los diez que duró la etapa intimista que lo alejó de Sopa de Cabra, este gerundense afincado en Eivissa optó por aparcar las crónicas del corazón.
Y por comenzar a hacerlas de la ciudad, de una Barcelona global que algo tiene de todas las demás. El resultado, De terrat en terrat (World Music), resume las historias y sonidos de la gran urbe en 13 canciones. Una de ellas, ‘La crosta’, asoma como “homenaje y apoyo” a los familiares de las víctimas del franquismo. Su videoclip, recién estrenado, coincide con la suspensión al juez Baltasar Garzón por tratar de investigar aquellos crímenes. Los cinco minutos, grabados “sin ánimo de venganza”, recuerdan que muchos españoles siguen esperando poder enterrar a los suyos “con dignidad”.
– ‘La crosta’ no ha dejado indiferente a nadie. Imagino que se lo esperaba.
–‘La crosta’ no provoca indiferencia porque hay cosas que todavía son intocables. Hemos vivido con cierta amnesia, y entiendo que poder ver nuestra historia reciente resumida en cinco minutos puede provocar vértigo. Los crímenes del franquismo, como las heridas que no se curan, siguen supurando. Es la realidad que estamos viviendo; basta ver lo que le ha ocurrido a Baltasar Garzón.
–¿Ve la suspensión de Garzón como una tragedia?
–Más que una tragedia es un golpe de estado a la democracia. Llevamos treinta años con ella, y ha llegado el momento de dar un paso hacia adelante que nos permita alejarnos de los temores del pasado. Espero que la justicia internacional presione para que no podamos dirigirnos hacia una involución democrática. Además, lo que sucede en un sitio ya no se puede entender sin lo que pasa en otro. Aquí han suspendido a Garzón, en París lo acaban de premiar y La Haya lo ha requerido para el Tribunal Internacional.
–En el videoclip no se olvida de algunos periodistas, como Jiménez Losantos, Curry Valenzuela o Isabel San Sebastián.
–Es una forma de señalar a la caverna, a aquellos que se empeñan en seguir imponiendo una cultura por encima de las demás. Este tipo de personajes crean desajustes, impiden que ciertas heridas cicatricen, consiguen que continuemos separados por algunos cortes sangrantes que dificultan que todos podamos trabajar en común. Para seguir hacia adelante es necesario cerrar, ´sanear´, el pasado. Es así de fácil, y también así de complicado. Ahora, cuando las personas que día a día pelean por sobrevivir se cuentan a millones, deberíamos ser más valientes a la hora de intentar superar las diferencias, a la hora de alcanzar un pacto de Estado.
–Ha podido vivir de cerca la corrupción en Balears. ¿La justicia le deja más tranquilo aquí?
–Siempre es bueno que la justicia llegue, aunque sea tarde. Todo va muy lento, y en Eivissa llevamos mucho tiempo esperando. Venimos de una legislatura donde lo que se ha hecho es saquear a las arcas públicas, donde muchos han traicionado la confianza que la gente depositó en ellos. Es una injusticia, que genera desilusión, desencanto. La perspectiva política en las islas, donde el interés de partido prima sobre el interés común, donde los pactos lo vienen condicionando todo, o donde más de una formación debe regenerarse, es ahora muy incierta.
–Cuando peor está la cosa ha decidido escuchar a la ciudad y cantar sobre ella. ¿El compromiso debería ser obligatorio en un artista?
–Desde hace siglos es uno de los grandes debates en el mundo del arte. Desde luego, no creo que ahora sea el momento de hacer música decorativa. Hay que estar despiertos, hacer música para despertar y no sólo para hipnotizar. Y no se trata de perder el sentido del humor, o de recuperar el mismo concepto de hace 40 años, donde no hacer canción protesta significaba no estar comprometido con nada.
–Albert Pla, productor, le arrancó al disco toda “la amargura”. ¿Cuánta cabía dentro?
–La crisis, sus incertezas, me impulsó a abandonar el caparazón intimista. Albert me ayudó a reenfocar el proyecto, a no hacer de la crisis su leit motiv. Las perspectivas no son nada buenas a nivel global, pero hay que convencerse de que los cambios puede traer algo positivo.
Podeu consultar el video a: http://www.youtube.com/watch?v=CFTtmII7-E4